A lo largo de los años, los medios de comunicación han tomado fuerza y su poder de convencimiento va en aumento; su cobertura también. Esto puede ser un punto a favor, pero también en contra.
El punto a favor lo obtienen cuando la información es verás, confiable, objetiva y se basan en hechos que realmente pasaron. Con esto su credibilidad aumenta logrando posicionarse en el auditorio.
Los puntos en contra vienen cuando el medio maneja información equivocada, cuando la información no es bien indagada y comienzan los ataques, las descalificaciones y las denuncias sin argumentación; olvida su objetivo principal, informar imparcialmente y siempre mostrar la verdad. El auditorio puede llegar a notar o no el cambio. Esto a la larga acarrea problemas.
¿Por qué los medios cambian su comportamiento? Una de las razones para que los medios de comunicación cambien su actuar, se debe a la política que dentro del organismo se maneje, es decir, la línea editorial. Ésta se puede basar en la ideología con la cual se crea el medio de comunicación o con los intereses que estén en juego. Por ejemplo el periódico La Jornada es un impreso de ideología izquierdista, cómo saberlo, basta con leer sus notas y de cómo aborda los temas políticos de otros partidos.
El trato a un partido de izquierda es más amable, el rigor de la nota baja, y se le trata de dar realce a la información generada en el área de las izquierdas. En cambio un periódico como Reforma es más de derecha. Aborda temas con trato amable para las notas con relación a los partidos derechistas en México, el mensaje no es tan crítico o la crítica es nula.
Es así como los medios inician el manejo de la política, pero no la política percibida en la Cámara de Diputados o de Senadores, en donde se llevan a cabo dictámenes, o iniciativas de ley. Algo común en los medios y en ambas cámaras (Diputados y Senadores) es la famosa grilla.
Los medios de comunicación que se encuentran en el interior del país, no están exentos de esto, al contrario, los ataques y los cambios antes mencionados son más enérgicos. Ahí la relación medio-actor político y viceversa es más tensa, los ataques son más directos; el más dañado de esto, es el consumidor de esa información, que termina por aburrirse y dejar de informarse, así el medio pierde un cliente, y el político puede llegar a perder un voto, un militante o simpatizante.
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